A propósito del libro Honderos de Fernando Lamata

Fernando Lamata es un médico que ha trabajado en la gestión sanitaria e impulsor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) “Medicamentos a un precio justo”, que a finales de 2019 pretendía recoger firmas en todo el estado para presentar una ley en el Parlamento Español que limitara el precio de los medicamentos protegidos por patente, y que desgraciadamente la COVID truncó.
El abuso en los precios de los medicamentos protegidos por patente es una constante desde hace décadas. Uno de los casos de abuso más reciente, y que desencadenó el lanzamiento de la plataforma de la ILP, fue el del sofosbuvir para la hepatitis C, cuyo coste de producción no superaba los 100 euros por tratamiento, mientras que el precio de mercado oscilaba entre los 20.000 y los 50.000 dólares. La empresa propietaria de las patentes, Gilead, se escudaba en que estos elevados precios eran necesarios para recuperar los costes de investigación, algo que no es cierto, ya que el medicamento se desarrolló en centros de investigación con una importante financiación pública y el precio que finalmente pagó Gilead por el producto no tenía nada que ver con el coste del desarrollo, sino con meras operaciones comerciales para asegurar el monopolio del producto en el mercado. En cualquier caso, el elevado precio pagado por la empresa (11.000 millones de dólares) para hacerse con la patente, se amortizó en poco tiempo tras su lanzamiento al mercado.

El hecho de que el laboratorio pactara un precio de venta por cada tratamiento muy diferente en función de la capacidad de compra de cada país, y en ocasiones de ciertas consideraciones geoestratégicas -en el caso de Estados Unidos, el precio de venta fue de 84.000 dólares mientras que en Egipto fue solo de 900 dólares por tratamiento-, viene a indicar que el precio de los medicamentos, al menos aquellos protegidos por las patentes, no tiene ninguna relación con los costes de desarrollo, producción y distribución, sino con la voluntad y capacidad de compra de cada estado.
(Para más información consultar el libro “Hepatitis C: La revolución de los pacientes. Publicado por Pharmamundi en 2018).
Los medicamentos actualmente están protegidos por patentes, pero no siempre ha sido así. Se debe recordar siempre la famosa frase de Jonas Salk, descubridor en 1953 de la vacuna contra la polio, cuando se le preguntó sobre la posibilidad de patentar su descubrimiento, a lo cual contestó con rotundidad “¿Acaso se puede patentar el sol?”, y es que consideraba que las vacunas, como el resto de los medicamentos eran un avance de la ciencia de la cual se debería beneficiar toda la humanidad. Pero resulta que desde hace décadas esto no es así, porque los tratados internacionales de comercio incluyen a los medicamentos y a las vacunas, y los consideran un bien de consumo más, sometidos a las mismas reglas comerciales que el resto de los bienes.

Pues bien, esta cuestión, el del abuso derivado de las patentes, es el tema de esta primera novela de Fernando Lamata que ha editado y publicado el libro Honderos con ayuda de amigos y conocidos, entre los cuales me incluyo. El título del libro resume el mensaje de que con determinación y sagacidad se pueden conseguir logros trascendentes, de que la lucha de los pequeños e insignificantes, los David, puede acabar derribando a los grandes, en este caso a los Goliat, no con la fuerza, porque siempre tendremos menos que los poderosos, sino con la determinación y la astucia encarnada por la honda de los David. De ahí, el título de “Honderos”.
El libro narra, mezclando realidad y ficción, la lucha de un grupo de activistas contra el monopolio de la industria farmacéutica (IF) sobre los medicamentos y, en este caso, especialmente sobre las vacunas. La escena se inicia en diciembre de 2019 en Wuhan (China), a propósito del estallido de la pandemia de la COVID y se va desarrollando progresivamente hasta la actualidad e incluso se prolonga unos años en el futuro. Se extiende en un futuro esperanzador que no desvelaré, en marcado contraste con la experiencia de estos tres años de pandemia en los cuales se ha podido constatar que los estados han seguido plegándose a los intereses comerciales de la industria farmacéutica (IF), protegidos por el Acuerdo sobre los Derechos de la Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial del Comercio (OMC), y que, ni siquiera la emergencia de la COVID ha sido capaz de suspender, al menos de forma temporal.
Lo mismo que ocurrió con sofosbuvir ha vuelto a ocurrir con las vacunas contra la COIVID, cuyo desarrollo fue generosamente subvencionado por las administraciones públicas sin ninguna compensación posterior a cambio, salvo la reserva preferente de centenares y millones de dosis de las vacunas para los países más ricos que podían permitirse llegar a acuerdos comerciales con las empresas fabricantes de vacunas. Mientras, los países más pobres apenas han podido vacunar a su población, en ocasiones solo con las limitadas donaciones (benéficas) de los países ricos, pero que en ningún caso han tenido un impacto significativo en la cobertura vacunal de estos países.
En los principios de la pandemia se hablaba de la “comunidad humana”, en el sentido de que nadie estaría a salvo si no lo estábamos todos los humanos a la vez, de que la experiencia nos haría cambiar y nos haría más solidarios, pero hemos podido comprobar que, una vez pasada la pandemia, todo ha vuelto a la “normalidad anterior”, y que tanto en lo individual como en lo colectivo nos seguimos rigiendo por las mismas pautas y valores. La humanidad no ha mejorado, y la industria farmacéutica tampoco, y es que, por qué ésta tendría que hacerlo si es a costa de sus intereses comerciales.
No obstante, y a pesar de la negativa experiencia de la COVID, Fernando Lamata no quiere sentirse embargado por el pesimismo, y sigue confiando en que las cosas pueden cambiar con el tiempo, sobre todo con el activismo de base y la conciencia colectiva a la cual puede contribuir esta entretenida y comprometida novela.
¡Bienvenida esta iniciativa!
PD: Y un comentario del autor incluido en el final de su libro que es toda una declaración de principios:
“Quiero aclarar que no estoy en contra de las empresas farmacéuticas, ni de sus trabajadores ni de sus investigadores ni de sus representantes comerciales; tampoco de los profesionales que trabajan las oficinas de farmacia. Todos ellos hacen un trabajo necesario, un trabajo importante; a muchos los conozco y los aprecio. De lo que sí estoy en contra es de las decisiones de algunos directivos de empresas farmacéuticas que, abusando de la posición dominante que les da el monopolio, fijan precios abusivos y limitan el acceso de millones de personas a medicamentos necesarios. Mi opinión es que el monopolio de medicamentos es un cáncer que mata y que tenemos que extirpar.” (Fernando Lamata)
Grup del Medicament
Ermengol Sempere Verdú